AAA en C.E. Albada
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Taller "La Protectora"
Proyecto destinado a trabajar con perros en su proceso de rehabilitación (problemas de comportamiento, sociabilización etc) así como cuidados varios ( limpieza, medicación, curas, etc) Estas tareas son realizadas por personas con trastorno de conducta y otras discapacidades; y forma parte del taller ¨La Protectora¨ que se realiza cada miércoles y algunos fines de semana. Este año la novedad será el trabajo de adiestramiento llevado a cabo por los mismos participantes del taller. La finalidad del proyecto es la interacción de los usuarios con un medio natural donde trabajar y poder aprender diferentes disciplinas, fortalecer los hábitos de trabajo y sentir la importancia de su labor a nivel social; este trabajo bidireccional, también beneficiará a los perros tratados, para facilitar el proceso de adopción y su calidad de vida en la protectora.
Artículo: La Protectora por Alvaro Reyes.
El taller de ¨ La protectora ¨ nace como una actividad de verano, en las alternativas al ocio de los usuarios de un centro ubicado en la provincia de Lérida, Cataluña. Lo que comenzó como una excursión en el verano del 2008 terminó por convertirse en un taller que hoy forma parte muy activa en la dinámica de ocio del centro.
La protectora surge como una actividad destinada a su tiempo de ocio y vacaciones, y gracias a la gran acogida que tubo entre los usuarios termina siendo propuesta en asamblea como taller permanente. El primer año se conforma un grupo de 6-8 personas las cuales habían sido las más participativas y motivadas en las primeras visitas a la protectora.
Aquí comienza un trabajo que irá creciendo junto con las demandas del centro y los usuarios, convirtiéndose a día de hoy, en un trabajo pionero e innovador en el trabajo bidireccional que se realiza al trabajar perros con problemas de comportamiento y los usuarios de dicho centro.
Remontándome a las primeras visitas a la protectora, jamás hubiese pensado que después de unos años iba a tener tanta repercusión en mi vida y la vida de los usuarios del centro de salud mental donde trabajo. El primer día, lo recordaré como si hubiese sido ayer; la excitación de los chicos de camino a la protectora situada a unos 30 minutos de camino, me auguraba un trabajo muy complicado pues dicha excitación no sabría como se reconduciría en el entorno de la protectora.
Para quienes algunas veces hayan visitado un refugio, protectora o perrera municipal, saben bien el nivel de excitación que hay en los perros, así como también las familias, que emocionadas buscan el perro perfecto para llevarse a casa; dicho esto algunas dudas rondaban mi cabeza, pero iban a trabajar en un medio que conocía perfectamente y sabía que con mi experiencia trabajando con perros podía reconducir la situación.
Me llené de valor cuando bajamos de la furgoneta, respiré profundamente y comencé a disfrutar de lo que mejor sabía hacer: trabajar con perros y enseñar a las personas a comunicarse con ellos de la forma más sana posible. Hoy se que a todo esto se le llama aplicar la etología y fue así mediante su estudio y nuestro compromiso que todo salió de la forma más fluida y gratificante para todos los implicados: usuarios, voluntarios y perros.
El trabajo empezó por el conocimiento de la zona, la naturaleza que nos rodeaba, flora y fauna, la observación, el entrar en contacto con un ambiente diferente más natural, donde poder relajar la vista, de muros y habitaciones cerradas, donde caminar y poder correr libremente, respirar otro aire, el de la montaña, el poder nadar en los ríos y lagos, el vivir intensamente la tarde que pasábamos cuando íbamos a la protectora. Este disfrutar de la vida creó en los chicos un paréntesis en su rutina, que beneficiaria mi trabajo y mi relación con ellos en el día a día, nos conocimos más y comprendimos los límites de nuestras relaciones, que de cara a un momento de crisis podía derivar en un cierto control de la situación.El estudio del entorno era fundamental, los chicos disfrutaron en primera mano de los placeres del mundo natural, y así comprendieron más rápidamente las necesidades de los perros con los que trabajábamos en la protectora; y mientras todo esto ocurría el trabajo en equipo fluía sin previas intervenciones, la comunicación con los voluntarios se enriquecía y todos disfrutaban de sus ¨ locuras ¨ los más cuerdos escuchaban la simplicidad de la palabra que suelen tener estos chicos, poco les importa el que dirán y su sinceridad es para la sociedad chocante, pero fue bien recibida con el tiempo.
Poco a poco me dí cuenta de que la protectora se había convertido en un gran espejo donde cada minuto los chicos verbalizaban situaciones, preocupaciones y emociones que no podían explicar en otros entornos. Si un perro reñía con otro y los voluntarios los separaban y ponían en jaulas diferentes, los chicos lo asemejaban con el centro y las salas de aislamiento donde los llevan cuando tienen una crisis. La comida era dada en horarios determinados por la organización de los voluntarios, junto con la medicación de algunos perros, las curaciones de los perros enfermos, y los paseos. Desde luego, no podía ser de otra forma, y los chicos pronto comenzaron a ejercer los roles de cuidadores, de monitores, educadores y hasta psicólogos, comenzaron a sentirse útiles, y a realizar tareas sin la necesidad de ser enviadas previamente, daban de comer, ayudaban con las curaciones, paseaban los perros, los limpiaban, trabajaban en la construcción y adecuación de las instalaciones, hablaban entre ellos sobre posibles soluciones e ideas para mejorar la protectora. Tanto voluntarios como los ¨ chicos ¨ comentaban anécdotas y reían al finalizar la jornada, los santos, cumpleaños y fiestas eran celebradas, participando todos y aportando cada uno su granito de arena.
Así, fueron pasando los días, las semanas, los meses, y ya son 4 años desde que comenzó este proyecto; como todo en esta vida, las cosas han ido cambiando, el funcionamiento interno del centro y las rotaciones de los horarios de los voluntarios, fueron generando nuevas alternativas; el segundo año del proyecto, la participación de los ¨ chicos ¨ se organizó por talleres, tal como estaban funcionando en el centro. Cada semana iba un grupo de 5-7 chicos, la primera semana iban los del taller de Jardinería, la siguiente semana los chicos de mantenimiento, y así hasta completar todos los talleres, de hecho la organización surgió de esta manera porque la gran mayoría querían ir a la protectora, y la competencia por ir generaba discusiones entre ellos. El tercer año, nuevos cambios en el centro y la protectora, cambiaron la dinámica de participación, las jornadas de trabajo en el centro comenzaron a ser intensivas, por lo que comenzaron a asistir los chicos que tenían más afinidad con los perros, quedaron dos grupos de 6-7 personas que se intercalaban una semana si otra no. Los retos de este último año, fueron marcados por las ganas y el conocimiento hacia el trato con los perros, los dos años anteriores, inculcamos un manejo del perro, atendiendo sus necesidades vitales, la comprensión de la etología y su aplicación en un lenguaje llano y de la calle, nos ayudó para manejar ciertos perros con problemas.
Pronto nos dimos cuenta de la afinidad creada hacia ciertos animales con determinadas circunstancias de vida y por ende alguna dificultad en su comportamiento. Se manifestó de forma voluntaria las ganas de cambiar dichos comportamientos, y el trabajo se centró en la adquisición de nuevos conocimientos y herramientas para el trabajo de adiestramiento y rehabilitación. Se llevo a cavo el trabajo con el Clicker y el trabajo de manejo de los perros, para saber pasearlos, presentarlos entre ellos, etc. Por otra parte, algunos participantes comenzaron la lectura voluntaria en sus casas, y traían libros sobre etología y adiestramiento.
Han sido muchas las anécdotas vividas, cenas de fin de curso, excursiones, los viajes de 30min con su música y pertinentes charlas donde reíamos o intentábamos lidiar conflictos, el retorno al centro con la niebla presente y el sueño, que en algunos era fase REM, las fotos, los videos, el cambio de las estaciones, ver desde la carretera el color verde o marrón del campo, los tractores, las ovejas que nos paraban y que contábamos sin nunca tener una cifra clara, los ríos y lagos donde merendamos y nos refrescamos del verano. Incontables momentos que al volver, en el recogimiento del centro que los acoge, centraban sus conversaciones al filo de la noche antes de irse a dormir.
Álvaro Reyes.
La protectora surge como una actividad destinada a su tiempo de ocio y vacaciones, y gracias a la gran acogida que tubo entre los usuarios termina siendo propuesta en asamblea como taller permanente. El primer año se conforma un grupo de 6-8 personas las cuales habían sido las más participativas y motivadas en las primeras visitas a la protectora.
Aquí comienza un trabajo que irá creciendo junto con las demandas del centro y los usuarios, convirtiéndose a día de hoy, en un trabajo pionero e innovador en el trabajo bidireccional que se realiza al trabajar perros con problemas de comportamiento y los usuarios de dicho centro.
Remontándome a las primeras visitas a la protectora, jamás hubiese pensado que después de unos años iba a tener tanta repercusión en mi vida y la vida de los usuarios del centro de salud mental donde trabajo. El primer día, lo recordaré como si hubiese sido ayer; la excitación de los chicos de camino a la protectora situada a unos 30 minutos de camino, me auguraba un trabajo muy complicado pues dicha excitación no sabría como se reconduciría en el entorno de la protectora.
Para quienes algunas veces hayan visitado un refugio, protectora o perrera municipal, saben bien el nivel de excitación que hay en los perros, así como también las familias, que emocionadas buscan el perro perfecto para llevarse a casa; dicho esto algunas dudas rondaban mi cabeza, pero iban a trabajar en un medio que conocía perfectamente y sabía que con mi experiencia trabajando con perros podía reconducir la situación.
Me llené de valor cuando bajamos de la furgoneta, respiré profundamente y comencé a disfrutar de lo que mejor sabía hacer: trabajar con perros y enseñar a las personas a comunicarse con ellos de la forma más sana posible. Hoy se que a todo esto se le llama aplicar la etología y fue así mediante su estudio y nuestro compromiso que todo salió de la forma más fluida y gratificante para todos los implicados: usuarios, voluntarios y perros.
El trabajo empezó por el conocimiento de la zona, la naturaleza que nos rodeaba, flora y fauna, la observación, el entrar en contacto con un ambiente diferente más natural, donde poder relajar la vista, de muros y habitaciones cerradas, donde caminar y poder correr libremente, respirar otro aire, el de la montaña, el poder nadar en los ríos y lagos, el vivir intensamente la tarde que pasábamos cuando íbamos a la protectora. Este disfrutar de la vida creó en los chicos un paréntesis en su rutina, que beneficiaria mi trabajo y mi relación con ellos en el día a día, nos conocimos más y comprendimos los límites de nuestras relaciones, que de cara a un momento de crisis podía derivar en un cierto control de la situación.El estudio del entorno era fundamental, los chicos disfrutaron en primera mano de los placeres del mundo natural, y así comprendieron más rápidamente las necesidades de los perros con los que trabajábamos en la protectora; y mientras todo esto ocurría el trabajo en equipo fluía sin previas intervenciones, la comunicación con los voluntarios se enriquecía y todos disfrutaban de sus ¨ locuras ¨ los más cuerdos escuchaban la simplicidad de la palabra que suelen tener estos chicos, poco les importa el que dirán y su sinceridad es para la sociedad chocante, pero fue bien recibida con el tiempo.
Poco a poco me dí cuenta de que la protectora se había convertido en un gran espejo donde cada minuto los chicos verbalizaban situaciones, preocupaciones y emociones que no podían explicar en otros entornos. Si un perro reñía con otro y los voluntarios los separaban y ponían en jaulas diferentes, los chicos lo asemejaban con el centro y las salas de aislamiento donde los llevan cuando tienen una crisis. La comida era dada en horarios determinados por la organización de los voluntarios, junto con la medicación de algunos perros, las curaciones de los perros enfermos, y los paseos. Desde luego, no podía ser de otra forma, y los chicos pronto comenzaron a ejercer los roles de cuidadores, de monitores, educadores y hasta psicólogos, comenzaron a sentirse útiles, y a realizar tareas sin la necesidad de ser enviadas previamente, daban de comer, ayudaban con las curaciones, paseaban los perros, los limpiaban, trabajaban en la construcción y adecuación de las instalaciones, hablaban entre ellos sobre posibles soluciones e ideas para mejorar la protectora. Tanto voluntarios como los ¨ chicos ¨ comentaban anécdotas y reían al finalizar la jornada, los santos, cumpleaños y fiestas eran celebradas, participando todos y aportando cada uno su granito de arena.
Así, fueron pasando los días, las semanas, los meses, y ya son 4 años desde que comenzó este proyecto; como todo en esta vida, las cosas han ido cambiando, el funcionamiento interno del centro y las rotaciones de los horarios de los voluntarios, fueron generando nuevas alternativas; el segundo año del proyecto, la participación de los ¨ chicos ¨ se organizó por talleres, tal como estaban funcionando en el centro. Cada semana iba un grupo de 5-7 chicos, la primera semana iban los del taller de Jardinería, la siguiente semana los chicos de mantenimiento, y así hasta completar todos los talleres, de hecho la organización surgió de esta manera porque la gran mayoría querían ir a la protectora, y la competencia por ir generaba discusiones entre ellos. El tercer año, nuevos cambios en el centro y la protectora, cambiaron la dinámica de participación, las jornadas de trabajo en el centro comenzaron a ser intensivas, por lo que comenzaron a asistir los chicos que tenían más afinidad con los perros, quedaron dos grupos de 6-7 personas que se intercalaban una semana si otra no. Los retos de este último año, fueron marcados por las ganas y el conocimiento hacia el trato con los perros, los dos años anteriores, inculcamos un manejo del perro, atendiendo sus necesidades vitales, la comprensión de la etología y su aplicación en un lenguaje llano y de la calle, nos ayudó para manejar ciertos perros con problemas.
Pronto nos dimos cuenta de la afinidad creada hacia ciertos animales con determinadas circunstancias de vida y por ende alguna dificultad en su comportamiento. Se manifestó de forma voluntaria las ganas de cambiar dichos comportamientos, y el trabajo se centró en la adquisición de nuevos conocimientos y herramientas para el trabajo de adiestramiento y rehabilitación. Se llevo a cavo el trabajo con el Clicker y el trabajo de manejo de los perros, para saber pasearlos, presentarlos entre ellos, etc. Por otra parte, algunos participantes comenzaron la lectura voluntaria en sus casas, y traían libros sobre etología y adiestramiento.
Han sido muchas las anécdotas vividas, cenas de fin de curso, excursiones, los viajes de 30min con su música y pertinentes charlas donde reíamos o intentábamos lidiar conflictos, el retorno al centro con la niebla presente y el sueño, que en algunos era fase REM, las fotos, los videos, el cambio de las estaciones, ver desde la carretera el color verde o marrón del campo, los tractores, las ovejas que nos paraban y que contábamos sin nunca tener una cifra clara, los ríos y lagos donde merendamos y nos refrescamos del verano. Incontables momentos que al volver, en el recogimiento del centro que los acoge, centraban sus conversaciones al filo de la noche antes de irse a dormir.
Álvaro Reyes.